Por Viridiana Guerra Velázquez
Con una variedad de riqueza, color, tradición y actos litúrgicos, México celebra siete fiestas entre diciembre y febrero en una de las temporadas más animadas en las que la población aprovecha para convivir con familiares y amigos, lo que permite reforzar los lazos y el sentido de pertenencia.
Las celebraciones decembrinas inician con el día de la Virgen de Guadalupe el 12 de diciembre, le siguen las posadas del 16 al 24, última posada y la Noche Buena; la Navidad, el 25; el Día de los Santos Inocentes, el 28; Año Nuevo el 31 de diciembre y 1 de enero Año Nuevo; el Día de Reyes, el 5 y 6 de enero y culminan con el Día de la Candelaria, el 2 de febrero.
De acuerdo con información de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), son cinco las fiestas que desde su origen se vinculan al surgimiento del cristianismo, que celebra y rememora el advenimiento:
Las Posadas; el momento en que María y José piden alojamiento en su camino de Nazaret a Belén; La Navidad, natividad o nacimiento del niño Jesús; el Día de los Santos Inocentes, en el que Herodes ordena asesinar a los niños en Belén con el propósito de matar al niño Jesús.
Además el Día de Reyes, en el que acudieron los tres Reyes Magos de Oriente a adorar al niño Jesús; la Candelaria, en la que termina la cuarentena de la Virgen María y se presenta al niño Dios en el templo.
El 12 de diciembre, día de la Virgen de Guadalupe, y la fiesta de Año Nuevo, son las únicas fiestas de la temporada decembrina que no están relacionadas con pasajes bíblicos.
Para el pueblo mexicano el 12 de diciembre es una fecha de suma importancia, ya que se celebra la aparición de la Virgen de Guadalupe, considerada “la madre de todos los mexicanos”.
Los frailes de diferentes órdenes aprovecharon la coincidencia de festividades del calendario ritual indígena con el calendario litúrgico católico para apoyar su labor evangelizadora y misional.
La sustitución de las divinidades prehispánicas por las cristianas dieron como resultado un sincretismo cultural, del cual han surgido expresiones netamente mexicanas como las fiestas decembrinas, refirió la (CDI).
El origen de esta celebración se remonta desde la época prehispánica; Fray Bernardino de Sahagún señala que en un montecillo llamado Tepeyac, existía un templo dedicado a Tonantzin, la madre de los dioses.
Desde esa época, hombres y mujeres llegaban desde lugares muy lejanos a visitar el lugar, donde hacían solemnes sacrificios en honor a esa diosa.
En un documento conocido como Nican Mopohua que se traduce como “Aquí se cuenta”, se habla de la milagrosa aparición de “la perfecta Virgen Santa María Madre de Dios, Nuestra Reina, allá en el Tepeyac, de renombre Guadalupe“.
El documento señala que en el año 1531, a pocos días del mes de diciembre, se apareció la Virgen a un indio de nombre Juan Diego, y después se reveló su imagen delante del obispo fray Juan de Zumárraga.
Desde entonces la tradición Guadalupana se conforma por la milagrosa aparición de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego y la forma también milagrosa como se pintó en el ayate como prueba de su deseo de tener un templo en el Tepeyac.
Todos los años, el 12 de diciembre, e incluso desde varios días antes, la Basílica luce repleta de peregrinos que llegan de diferentes partes de México, músicos acuden a tocarle las mañanitas, hay misas, cohetes, música de viento, todo en un ambiente festivo en el templo y sus alrededores.