Por Nelly Segura Granados. Enviada
Con dos reses en barbacoa y 50 kilogramos de tortillas, nueve personas emprendieron el camino de tres horas entre Jesús Carranza, Veracruz, y Juchitán, Oaxaca, en una camioneta de redilas.
Cuando vieron la tragedia en televisión no lo dudaron, sabían que tenían que colaborar con el municipio oaxaqueño devastado por el sismo de 8.2 grados Richter.
En el Barrio Guadalupano o Barrio Los Cochineros, en la región olmeca veracruzana, los nueve familiares hicieron una colecta para adquirir las reses con un precio cercano a los 30 mil pesos, sacrificaron a los animales y los cocinaron durante la madrugada para que la comida llegara caliente.
Anduvieron más de 130 kilómetros colgados en la caja de la camioneta ocupada también por los enormes tambos que transportaron la carne enchilada. Las inconveniencias del traslado no mermaron sus deseos de ayudar a los afectados por la catástrofe.
El grupo instaló la camioneta en el Instituto Tecnológico del Istmo, que funciona como albergue desde el día de la emergencia, el transporte sirvió como templete para organizar a la gente que se formó de manera ordenada y espero paciente para recibir el alimento.
Todos participaron: unos servían, otros entregaban, de manera muy rápida para no hacer esperar a los que perdieron todo.
“Se me hace un nudo en la garganta, estoy muy agradecida y conmovida por esto, acciones como esta le recuerdan a uno que somos hermanos”, expresa Obdulia, con el plato de comida en la mano antes de dirigirse a comer sentada sobre una colchoneta.
Los veracruzanos prefirieron no mencionar el apellido de su familia, aclaran que no hicieron la donación para destacar. Sidazayana accedió de forma tímida a decir que se sentía muy contenta, “gracias a Dios la gente comió aunque sean un poquito”.
Abordó la caja de la camioneta y antes de despedirse explicó que la situación es muy triste, sus ojos claros se llenaron de lágrimas al recordar la devastación que observó en su recorrido por el municipio.
Al salir del Instituto, de manera espontánea fueron ovacionados por los juchitecos, cientos alcanzaron carne, otros no, pero todos agradecieron “a los de la camioneta”, que salieron de uno de los municipios más vulnerables y pobres del país para demostrar a los oaxaqueños que “no están solos”.