Historia que construye a México
Claro que hoy en día, y gracias a la tecnología, ciertas actividades necesarias, se han vuelto mucho más prácticas.
Por ejemplo, la creación de los automóviles, más que un lujo, hoy se ha vuelto una necesidad para muchas familias mexicanas.
El drenaje también puede ser otro de los inventos que nos han permitido tener agua alrededor de toda la república.
El mismo caso es el de las lavadoras, que anteriormente no existían y dificultaba tener ropa limpia.
Por eso, hoy te voy a compartir cómo es que los lavaderos comunitarios funcionaban en décadas pasadas, antes de obtener las lavadoras y secadoras que hoy, nos facilitan más la vida.
Cabe señalar que, anteriormente, existía mucho menos la concientización de una buena higiene.
Por lo que la ropa que se utilizaba quedaba bastante sucia.
A demás, los oficios que se desempeñaban en ese entonces, implicaban un mayor esfuerzo físico y contacto con la suciedad.
Antes de la generalización de las lavadoras automáticas, en México y en muchas otras partes del mundo, era común que las comunidades tuvieran lavaderos comunitarios.
Estos eran espacios públicos donde las personas se reunían para lavar su ropa a mano, compartiendo experiencias y fortaleciendo los lazos sociales.
Los lavaderos comunitarios solían estar ubicados cerca de fuentes de agua, como ríos o manantiales, facilitando el acceso al agua necesaria para el lavado.
Comúnmente se buscaba una piedra plana o alguna tabla de lavar que favorecía la operación del fregado, estregado y limpiado.
Las mujeres, en su mayoría, desempeñaban un papel central en estas actividades, convirtiendo el lavado de ropa en un evento social donde se compartían historias, noticias y consejos.
Estos lugares no solo cumplían una función práctica, sino que también contribuían a la cohesión comunitaria, proporcionando un espacio para la interacción social y el intercambio cultural.
Pero no todo era miel sobre hojuelas.
Las manos de las personas se agrietaban e incluso sangraban por la rugosidad de las piedras en donde se apoyaban.
A demás, los químicos utilizados para blanquear las prendas, comenzó a contaminar el agua de los ríos y lagos.
Fue que poco a poco y con la innovación de los productos del hogar, se crearon los lavaderos que hasta hoy, siguen
vigentes.
Una piedra de cemento empotrada a la pared con textura rugosa que facilitaba el lavado de la ropa.
Estos lavaderos eran a la altura de la cintura beneficiaron al cansancio por tener la cabeza mirando al río.
Fue así que, el acto de lavar ropa se volvió un proceso mucho más digno.
Con la llegada de las lavadoras automáticas, estos lavaderos comunitarios han disminuido en uso, pero su recuerdo sigue siendo parte de la historia social en muchas regiones.
En la actualidad, dentro de la CDMX, existen lavaderos púbicos en algunas alcaldías, en donde es posible vivir esta experiencia que hace historia de México.