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Leyendas de terror que se cuentan en los barrios de la CDMX

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Quién no ha escuchado de La Llorona, la Isla de las muñecas o el chupacabras, estas leyendas de terror siempre han sido conocidas en nuestro país. En Más México leerás otras historias que tal vez no sean muy conocidas o mencionadas, y que igual forman parte de lo que se relata en los barrios de la Ciudad de México.

El Callejón del aguacate

En la delegación Coyoacán se encuentra el callejón del aguacate, nombrado así por el muro donde está pintado un aguacate.

¿De dónde surge la leyenda? La leyenda se originó en la época del Cardenismo cuando “un militar frío y solitario que vivía en el callejón, un día como otros en que dabas caminatas por el lugar, se percató continuamente de la presencia de un niño que anhelaba jugar con él, ya que al niño le atraían su uniforme de oficial. Al militar le desagradaba que se le acercará con insistencia por lo que, en un momento de desesperación lo golpeó llevándolo hasta el árbol, que se encuentra en la esquina del Callejón del Aguacate, y lo ahorcó ahí. Hasta la fecha sigue ese árbol y enfrente se colocó la imagen de la Virgen”. Se dice que a media noche se escuchan ruidos extraños.

 

La Incendiaria

La leyenda se origina en el siglo XVI en las calles de Santo Domingo, hoy República de Brasil, y Del Colegio de Niñas, actualmente 16 de septiembre del Centro histórico. Cuenta la leyenda que “una joven de nombre Casilda Baena apasionada por el mundo del teatro, convenció a sus padres de estudiar está carrera, y nadie se imaginaría que llegase a ser tan apasionada por lo que pasaría después.

Cuando logró debutar en una obra, algunos espectadores notaron que Casilda se comportaba de manera extraña, pero pasaron desapercibidas y las funciones continuaron. En un día, de pronto, una multitud irrumpió en la plaza persiguiendo a una mujer que corría furiosa, con los ojos extraviados y el pelo alborotado. Era Casilda, que acababa de iniciar un incendio en la bodega del Coliseo bañando con alcohol y resina la utilería y el vestuario”.

“Amor es llama divina, que me ha robado el sosiego, porque todo lo que es fuego, me subyuga y me domina”, repetía la joven mientras corría.

Muchos reconocieron estos versos de un fragmento de la obra en la cual debutó Casilda Baena. La mujer fue conducida a la casa de mujeres dementes del Divino Salvador. Un alma que recorre las calles del centro histórico.

La planchada

Esta leyenda recorre los pasillos del Centro Médico Nacional. Según la leyenda “Eulalia una joven zacatecana que ejercía la enfermería. Tras abandonar su estado natal, decidió viajar a la Ciudad de México e iniciar una nueva vida llena de sueños, al enamorarse perdidamente de un médico, quien tristemente sólo jugó con sus sentimientos y al abandonarla. Eulalia cayó en el borde de la locura.

Por la depresión descuidó a los enfermos a su cargo hasta que muchos de ellos perdieron la vida. Desde entonces, se rumora que, durante las noches de guardia, el alma de Eulalia ronda por los pasillos de los principales hospitales de un blanco impoluto, arrepentida por dejar morir a las personas que estuvieron a su cargo”.

 

El árbol de los colgados

leyendas de terror en la CDMX

Una leyenda de la delegación Tlalpan, relata que “en el Jardín Principal, situado en la Plaza de la Constitución en el centro de Tlalpan, existe un árbol que se conoce con el nombre de El Árbol de los Colgados. Por las noches se pueden escuchar desgarradores lamentos de mujeres, y se aparecen fantasmas, por lo cual los vecinos no se aventuran a cruzar el jardín pasadas las doce de la noche.

Está historia surgió en el reinado de Maximiliano de Habsburgo en México. Como había muchos ladrones y malhechores, el general Tomás O’Horan, que era el prefecto de Tlalpan y que posteriormente fuera fusilado por las tropas de Benito Juárez por traidor a la Patria, decidió que para darles un escarmiento a los criminales, se les colgara en los árboles de lo que ahora es el Jardín Principal”.

La Mujer sin piernas

En el Barrio de la Asunción, perteneciente a la delegación Xochimilco. Se cuenta que “una familia de regreso de la fiesta de San Pablo Oztotepec, escucharon los sollozos de una mujer que provenían de un árbol, al ver que era una mujer atrapada en las ramas del árbol. Al bajarla, la sorpresa fue que la mujer no tenía piernas y solo cargaba con un brasero y una escoba de varas. Al llevarla con las autoridades, se percataron de que era una bruja, ya que ella misma delató que por las noches se dedicaba a chuparles la sangre a los bebés, y que el amanecer la había sorprendido, razón por la cual ya no pudo volar para regresar y se quedó atrapada en la copa del árbol.

Se dice que la bruja tenía las piernas en su casa y con estas formó una cruz colgándolas en su pared. Los pobladores querían quemarla en una pira, pero las autoridades al no tener pruebas  de que fuese una bruja, la exiliaron del pueblo de Xochimilco”.