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La Mulata de Córdoba, entre el misterio y la intriga #AyNanita

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En México nos encantan los cuentos y las leyendas que nos hablan más sobre la historia de un lugar. Sobre todo si nos cuentan un relato lleno de misterio e intriga. En esta, tu sección favorita donde te contamos leyendas que no sabías, te traemos ‘La Leyenda de la mulata de Córdoba’.

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Tiempos de Inquisición y Santo Oficio…

Cuenta la leyenda que allá por los tiempos de la Inquisición y el Santo Oficio había una mujer muy hermosa llamada Soledad. Vivía en la ciudad de Córdoba, Veracruz. Lo más misterioso de esto, es que nadie sabía nada de ella, ni de dónde provenía, ni quienes eran sus padres.

Desafortunadamente, Soledad vivía con la desgracia de haber nacido mulata. ¿Qué significa esto?, que era una mezcla entre indios y negros -dos de las razas más discriminadas en ese entonces-. No contaban con derechos y eran muy mal vistas en la sociedad.

Todo esto llevó a Soledad a volverse una persona solitaria y huraña. Por si fuera poco, las personas del pueblo se la pasaban murmurando e inventando rumores sobre su persona.

La mulata de córdoba
INTERNET

Entre los rumores, los hombres juraban que la mulata era excelente para sanar enfermedades incurables. Por otra parte, las mujeres indicaban que tenía el poder de hacer que sus novios cayeran completamente enamorados de ella, hasta el punto de pedirle matrimonio. Por esta razón, las damas indicaban que la mulata era un tipo de bruja que solía hacer magia, encantos y hechicería.

Inclusive, la gente del pueblo indicaba que si por las noches pasabas por la casa de Soledad, podías observar extrañas luces saliendo de su casa. Así como si estuviera realizando algún tipo de ritual. Pero eso sí, nadie quería acusarla ante la iglesia. Fuera como fuera, la gente se veía beneficiada con su presencia, pero sobre todo, por sus dones.

Soledad…

Una vez, Soledad asistió a la iglesia del lugar y el alcalde de Córdoba quedó perdidamente enamorado de ella. Éste intentó seducirla y dedicarle las más bellas palabras. Pero a ella no le interesaban los romances, por lo que decidió rechazar al alcalde. El alcalde, no acostumbrado a los desprecios, aprovechó los rumores que el pueblo contaba para acusar a la mulata de haberle dado una bebida para que perdiera la razón por completo.

Posteriormente, la iglesia decidió escuchar todas las testificaciones del pueblo contra ella. Esto a pesar de que la mayoría le debía muchos favores a la famosa mulata. Pero el poder de la iglesia era mayor, por lo que la condenaron a ser quemada en leña verde en la plaza pública.

Mientras Soledad se encontraba encerrada en el calabozo, decidió pasar su tiempo dibujando un barco en la pared con un trozo de carbón que se había encontrado en el lugar.

Maravillados por el dibujo, los carceleros del calabozo se turnaban para vigilar a la mulata. Así podían observar de mejor manera el dibujo tan realista del barco que había realizado. De hecho, daba la impresión que éste, en cualquier momento saldría disparado a navegar.

Foto: Especial

La Mulata de Córdoba

Un día, comenzó una llovizna imparable en Córdoba. Fue tan severa la tormenta, que las calles del lugar se encontraban inundadas y el calabozo empapado de tanta gotera. Al momento que paró de llover, la mulata sabía que su momento había llegado. Decidió despertar al carcelero que la vigilaba y le preguntó:

-¡Hey tú, carcelero! Quiero hacerte una pregunta – Dijo Soledad.

A lo que este le contestó:

-¡¿Eh, qué!? ¡Ah, eres tu! ¿Qué se te ofrece?

-¿Qué crees que le hace falta a mi barco? – Preguntó Soledad.

-Pues yo creo que… nada, lo único que le falta es andar.

-Entonces mira como anda- Espetó Soledad.

Y como por arte de magia, la mulata subió las escaleras del barco y se mezcló con el dibujo de la pared. El carcelero no podía creer lo que había visto. Al darse cuenta, ya no había rastros de la mulata por ningún lado.

El carcelero nunca supo si lo que había visto lo habrá soñado o si en verdad la mulata desapareció con su barco dibujado. Mientras, el pueblo murmuraba que algunos habitantes del lugar habían visto ese día un pequeño barco que navegaba entre la lluvia y se alejaba de Córdoba.