Las calles de la Ciudad de México guardan secretos de vidas pasadas, son escenarios de peculiares sucesos, en especial el Centro Histórico, pues al tener fachadas antiguas siempre las rodea el misterio, como la calle Puerta Falsa de Santo Domingo, (hoy Republica de Perú 100), en donde surge la famosa leyenda de la mujer herrada.
La historia ocurrió en 1670, cuando un clérigo de edad madura, cansado de su soledad decidió buscar una mujer con quien vivir. Esto no fue bien visto por los fieles a la iglesia, ni por su mejor amigo y compadre herrero. A pesar de eso, no le importo y decidido vivir con la mujer, de nombre Juana.
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Amistades peligrosas
Por la amistad que los unía, el herrero, un hombre muy devoto, le insistía que dejara a Juana y volviera a encausar su vocación, pero el religioso no le hacía caso.
Una noche, ya de madrugada, golpearon insistentemente la puerta del herrero. Él vivía en la calle de las Rejas Balvanera, extrañado abrió y vio a dos hombres negros con una mula negra. Le dijeron que el clérigo los había mandado para que herrara a la mula, pues al llegar la mañana debía salir de viaje.
Creyendo que era encargo de su amigo, accedió. Tomó las herraduras con los clavos, martillo y tenazas y le puso las herraduras.
Al amanecer, el herrero fue a buscar a su amigo para saber el porqué de su viaje tan repentino. Cuando llegó a su casa se encontró con que todavía seguía dormido. Le contó lo que había sucedido y el clérigo le dijo que él no había mandado a nadie, los dos pensaron que se trató de una broma y se rieron del asunto.
Decidieron contarle lo sucedido a Juana, fueron hasta su habitación y cuando la quisieron despertar parecía que estaba en un sueño profundo, su piel ya estaba fría y pálida. El clérigo le tomó una mano y tenía clavada una herradura.
El diablo la convierte en mula
Los dos quedaron sorprendidos cuando se percataron que su otra mano y ambos pies también estaban herrados. Posteriormente, tres religiosos la fueron a examinar y notaron que su lengua estaba sujeta con un freno y en la espalda tenía señales de golpes que le dieron antes de morir.
Los religiosos asumieron dicho hecho como un castigo de la Divina Providencia por la mala acción del clérigo pecador, ya que, según ellos, los dos negros eran demonios, quienes habían convertido a la mujer en mula para castigarla, hasta ocasionarle la muerte.
La enterraron en la misma casa, negándole cristiana sepultura y prometieron jamás hablar de ese asunto.
Desde entonces, se dice que, si una mujer acepta el amor de un sacerdote, el diablo la convierte en mula ya sea viva o muerta. #Aynanita