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La monja de la catedral de Durango #AyNanita

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En la segunda mitad del siglo XIX, llegaron los soldados franceses a la ciudad de Durango. Cada mañana, estos recorrían la zona cerca de la Catedral. En aquel entonces, este lugar también era un convento, por lo que todas las mañanas una joven monja llamada Beatriz se asomaba por curiosidad para observar qué hacían.

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De gran belleza y devota a la iglesia, todos los días, Beatriz observaba pasar el regimiento. Un día, el Ejército Mexicano emboscó a la tropa francesa. Por lo que Beatriz había sido testigo de todo lo que pasaba.

Mientras se encontraba cerca de la puerta observando todo, un soldado comenzó a tocar pidiendo asilo. Reacia a dejarlo pasar, Beatriz se conmovió por el soldado herido y le permitió entrar.

monja
Durango Oficial

Pasaron los días y la monja curó sus heridas. Poco a poco, ambos se fueron enamorando del otro, pero su amor no duró mucho tiempo.

El soldado, de nombre Fernando, tuvo que huir de Durango porque se sabía que el Ejército Mexicano atacaría con más fuerza a los soldados franceses. Prometiendo que volvería por ella, este se marchó rumbo al puerto de Mazatlán, pero fue interceptado en la Hacienda Tapias por soldados mexicanos que lo fusilaron.

Sin rastro alguno…

Pasaron varios meses y Beatriz no tenía noticias de su amado. Todos los días, en la tarde y en la noche subía a la torre más alta de la catedral para ver si en la lejanía podía ver el regreso de Fernando.

Una mañana, el sacristán de la catedral se encontró con el cuerpo de una monja ensangrentado y roto. Este parecía que había caído de una de las torres.

Pasaron toda la mañana y parte de la tarde buscando que monja faltaba en el convento. Una de las monjas superioras subió a la torre donde habían visto todo el día a Beatriz para avisarle que bajara al velorio de aquella mujer que habían encontrado, pero cuando por fin llego a la cima de la torre la silueta de Beatriz que veía desde abajo ya no estaba.