Michoacán es uno de los mejores destinos turísticos de nuestro país. Cuenta con tradiciones pintorescas, arquitectura colonial. Y, por supuesto, una exquisita gastronomía. No obstante, también es un estado que cuenta con una gran cantidad de leyendas entre las que destaca la La Cañada de las vírgenes.
Esta historia surgió en Uruapan y es una de las leyendas más populares del estado. Sus orígenes se remontan a la época prehispánica.
Se cree que los mexicas realizaban sacrificios mujeres vírgenes a la orilla de un estanque al fondo de una cañada de la Sierra Madre Occidental. Además, las almas de las mujeres quedaban atrapadas en el agua. Y cuando algún hombre sumergía los pies, éstas intentaban ahogarlo jalándole los pies.
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La leyenda de la Cañada de las Vírgenes
La historia que se popularizó data de la época de la Colonia, a finales del siglo XVIII. Y trata de la llegada de Carlos de Labastida a Michoacán. Este personaje era un empleado del gobierno borbónico al que le había encomendado investigar los sembradíos ilegales de tabaco de la región.
Durante su recorrido, Labastida dio con la Cañada de las vírgenes. Y cuando vio el estanque quiso refrescarse un poco. Él, su hijo (Ignacio) y sus ayudantes decidieron ingresar y tomar un baño. Cuando estaban en el agua, fueron jalados hacia el fondo.
En el fondo del estanque Labastida pudo divisar a las vírgenes, quienes aun con sus cuerpos mutilados y sin corazón, querían satisfacer necesidades carnales. El único problema es que no podían hacerlo con los vivos, se dice que éstas le propusieron un trato a Labastida.
Las almas en pena intercambiaron la vida de Labastida y su hijo, por la vida de los tres hombres que los escoltaban. Para esto, Carlos y su hijo debían sacarles el corazón a sus hombres y arrojarlos al estanque.
Los Labastida accedieron, mataron a sus hombres y los arrojaron al agua. Después de refugiarse en Uruapan y Valladolid, los españoles presentaron su renuncia y se embarcaron rumbo a la Coruña.
La leyenda cuenta que muchos años después, un campesino encontró la Cañada de las vírgenes y cayó por accidente. No obstante, éste pudo salir con la ayuda de una cuerda. Asimismo, pidió al cura del pueblo que le ayudara bendecir el agua para que las almas en pena descansaran.
Sin embargo, el lugar fue abandonado y quedó en olvido de los michoacanos, cuando se descubrió el cuerpo de Ignacio Labastida colgado de un árbol a la orilla del estanque. Se dice que regresó a expiar sus culpas.
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