Hurakán es un Dios del panteón maya, cuyos poderes devastadores como fuego, viento y tormentas lo hacían una deidad temible para los mayas. De su nombre se deriva la palabra huracán. Que actualmente usamos para designar al fenómeno meteorológico.
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De la mitología maya
En la mitología maya, Hurakán, cuyo nombre proviene de la lengua quiché y significa “una sola pierna”, fue uno de los trece dioses creadores de la humanidad. A partir del maíz, de acuerdo al Popol Vuh.
La leyenda cuenta que Kukulkán guío a las otras deidades para la tercera creación del mundo. Sin embargo, los dioses tampoco quedaron satisfechos y Hurakán castigó a la humanidad. Utilizando su poder para crear viento y tormentas, desató su furia con una gran inundación.
Después de aquel gran diluvio (que está presente en otras cosmovisiones como la judío-cristiana), Hurakán se refugió en las neblinas y aguas torrenciales. Hasta que la Tierra emergió de los océanos. Cabe mencionar, que por sus poderes devastadores y su ira incontrolable, Hurakán era temido por otras deidades del panteón maya.
Hurakán, referencia del viento
Su aspecto es representado como un ser de aspecto reptiloide. Con cabeza, tórax y abdomen, y con una pierna que termina en garras. Asimismo, sus brazos parten uno de la cintura y el otro sobre la cabeza. De acuerdo con el arqueólogo cubano Fernando Ortiz, los brazos de Hurakán hacen referencia a la dirección que llevan los vientos.
Hurakán tiene diferentes representaciones. Para los mayas peninsulares, se trataba del dios Chaac y para los totonacos es Tajín. Mientras que en las culturas del altiplano era conocido como Tláloc.
No es para sorprenderse que la furia del dios maya trascendiera a la época prehispánica. El también conocido como “El corazón del cielo” heredó (con justa razón) su nombre a los fenómenos meteorológicos que azotan la región del Golfo y el Caribe. Tal como lo haría la deidad maya.
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