Por Isabel Inclan. Enviada
Gracias a los trabajadores agrícolas temporales de México y Centroamérica, los canadienses tenemos frutas y vegetales frescos en nuestra mesa”, afirmó el padre anglicano Javier Arias, quien trabaja desde hace tres años con los migrantes de temporada.
“Los canadienses no hacen el trabajo que hacen estos jornaleros mexicanos, guatemaltecos y hondureños, que hacen el sacrificio de dejar a sus familias por tanto tiempo”, dijo el sacerdote en entrevista al término de oficiar misa en español en la iglesia de Beamsville, a cien kilómetros de Toronto y cerca de las cataratas del Niágara.
Beamsville es una localidad de unos diez mil 600 habitantes rodeada de decenas de granjas donde manos latinas cultivan frutas, vegetales, tabaco, árboles y flores para el consumo nacional y para exportación.
La iglesia anglicana St Alban´s tiene un gran letrero a la entrada que dice: “Nosotros apoyamos a los trabajadores agrícolas migrantes”.
El sacerdote colombiano no sólo les oficia la misa en español sino que interactúa con ellos y desarrolla desde hace tres años y junto con el personal de la iglesia un taller de bicicletas, consultas médicas, convivencia después de misa y los jornaleros pueden llevarse ropa de invierno gratis.
“Son cerca de 600 trabajadores en esta área, al principio comenzamos sólo con la parte espiritual, pero descubrimos que necesitaban mucha más ayuda por lo que creamos el taller de bicicletas, la tienda de ropa y el servicio médico con traductores”, señaló.
El Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales México-Canadá, que opera desde hace 43 años, trae cada año a cerca de 24 mil trabajadores a todo Canadá, les ofrece la tarjeta de salud por la que tienen acceso gratuito al servicio médico.
Sin embargo, como explicó el padre Javier, los trabajadores pueden consultar a una enfermera después de la misa y contar con el servicio de traducción.
“Si requieren medicina se las conseguimos y si necesitan especialistas los llevamos a la clínica de St Catharines o a la de Beamsville. Lo hacemos con todo el amor porque somos hermanos, nosotros también somos inmigrantes y sentimos lo duro de estar fuera de nuestro país”, añadió.
Dijo entender la soledad que pueden sentir algunos jornaleros al estar lejos de su tierra y de sus familias, además de las barreras de idioma y cultura, “por ello queremos brindarles una casa, que sepan que pueden llegar y encontrar más hermanos acá”.
Los cientos de trabajadores temporales de esta zona laboran de lunes a sábado, les pagan 11 dólares la hora y descansan los domingos.
Cada domingo la iglesia y un grupo de voluntarios recorren las granjas de Beamsville y St. Catharines para recoger a los trabajadores que quieran acudir al servicio religioso y a la convivencia dominical.
A la misa del domingo asistieron cerca de cien jornaleros, la mayoría mexicanos, incluyendo mujeres, quienes después de la misa compartieron la comida que les preparó voluntariamente una familia canadiense de la localidad.
“Después de tres años nos vemos como amigos, compartimos muchas experiencias con ellos. Compartimos el dolor de tener que dejar a su esposa e hijos por tanto tiempo, por seis u ocho meses”, comentó el padre Javier, cuya sencillez, idioma y condición de inmigrante se ha ganado la confianza de los trabajadores del campo.
“A la vez es una gran alegría que sus hijos puedan ir a la universidad, que mediante su trabajo en Canadá puedan darle una mejor vida a sus familias y que la vida de sus países cambie un poquito gracias al sacrificio que hacen para venir aquí”, agregó.