A pesar de que el trompo no nació en México; se ha convertido en uno de los juguetes artesanales más famosos en nuestro país
Con su ya tradicional forma, el trompo ha formado parte de la infancia de varias generaciones mexicanas. Ya sea de madera o de plástico; y con sus típicos colores vivos que nos recuerdan a las fiestas, todos hemos tenido uno en las manos alguna vez.
En realidad, hay que decir que el trompo no nació en tierras mexicanas. No se sabe con certeza en qué momento surgió; aunque hay registros del uso de objetos similares desde el año 4000 a. C.
El antecesor de este juguete puede decirse que es la peonza. En este grupo entran todos los objetos que pueden girar y sostenerse sobre su eje; tal como las pirinolas, y por supuesto, los trompos.
Con el tiempo, estos objetos han ido evolucionando y adaptándose a nuevos materiales y generaciones pero conservando la forma. Esto se debe a que se necesita cierto peso y algunas características más para que la física haga lo suyo.
Aunque el material más común es la madera; existen variantes del trompo hechas de plástico, que surgieron en nuestro país en la década de los 60. Por supuesto; no puede faltar en ellos el decorado; que va desde pintura hasta marcas y formas en la superficie. Algunos, más elaborados, se adornan con un mapa para simular la tierra girando, o se crean patrones de diferentes animales o plantas. Los más modernos son de plástico transparente y en su interior llevan luces, que prenden al girar.
Además, desde la década de los 90, se popularizaron los torneos de trompo. Estas competencias consisten en realizar trucos con la cuerda del juguete para que caiga o se eleve sin dejar de girar. Gracias a las redes sociales; hoy en día podemos aprender estas maniobras y hasta ver algunas de las presentaciones.
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