México vivió una jornada histórica en las elecciones presidenciales; gran parte de los ciudadanos acudieron a las urnas y expresaron con su voto el desacuerdo que sienten con el Gobierno de la República.
Foto: @Santiago_Arau
Fue considerada como histórica por la cantidad de personas que estaban formadas en las casillas, alrededor de 89 millones de mexicanos tenían en sus manos el poder para decidir el rumbo del país. Según fuentes oficiales, más de la mitad de la población fue a votar, cerca del 63% de los inscritos en el padrón electoral, más que en otras ocasiones.
Las elecciones transcurrieron en un ambiente relativamente tranquilo y tenso: denuncias de compra de votos fuera de las casillas y acarreo de gente para llevarlos a votar con las boletas previamente marcadas; además, en algunas comunidades la violencia se hizo presente y se trataba de coaccionar a la gente para que no asistiera a las urnas. Sin embargo, nada impidió que la gente saliera masivamente a ejercer su voto con la ilusión de formar parte de la decisión tan importante que estaba en juego.
Una vez cerradas las urnas y con los primeros datos de las encuestas de salida, Meade fue el primero en reconocer que los resultados no le beneficiaban y que felicitaba al virtual ganador. Más tarde salió Anaya, quien también reconoció que no había conseguido el objetivo y que el ganador de manera nítida era López Obrador. No había lugar a la especulación, las encuestas de salida dejaban claro que no hacía falta esperar los primeros datos del conteo rápido, pues la mayoría era tan evidente que no se podría revertir durante el conteo oficial de los votos.
Andrés Manuel López Obrador ganó con una mayoría inapelable, según el conteo rápido del INE, hasta ese momento, consiguió el 53 % de los votos, Anaya se quedó con un 22% y Meade con el 16%. Esta victoria tan contundente hace que el candidato de Morena sea el presidente con mayor respaldo de la historia de México.
Este triunfo representa un cambio en el sistema, y desde el punto de vista de la mayor parte de los votantes, una nueva oportunidad para desaparecer los problemas que han llevado a la ciudadanía al hartazgo y poder luchar contra la impunidad, la injusticia, la corrupción, la desigualdad, la violencia y la delincuencia organizada.
Se cumplió el objetivo y ganó la democracia, pues se salió a votar de forma libre y se obtuvieron unos resultados limpios y contundentes. Fue un ejercicio democrático que quedará grabado en la memoria de mucha gente que trabajó para que así sucediera, para aquellos que piensan que otro México es posible. El país ha puesto toda su esperanza en un proyecto que prometió un cambio de sistema, que lucharía por un México más transparente, más justo y menos violento. El país cumplió, ahora merece que le cumplan.