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El mexicano que con amaranto devolvió la alegría a Tulyehualco

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Enrique Cortés es un emprendedor mexicano que vio en el amaranto la posibilidad de crecer, mantener a su familia y compartir con más mexicanos los beneficios que aporta este grano a la salud.

A sus 45 años fue despedido de su trabajo bajo el argumento que era demasiado viejo para desempeñar ciertas actividades. Eso le dio la fuerza y valentía para montar su propio negocio, “Amaranto Jappi”. 

“Mis padres fueron amaranteros, yo crecí en Tulyehualco, cuna del amaranto… Así que usé todo lo que me dieron en mi despido para montar esta pequeña fábrica de amaranto, poco a poco hemos ido creciendo, pero aún nos falta mucho más”, dijo Enrique.

Con técnicas totalmente artesanales, habitantes del pueblo de Tulyehualco, en la delegación Xochimilco de la capital mexicana, cultivan como en la época prehispánica el amaranto, una semilla con gran potencial para México por su alto valor nutritivo.

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El amaranto se cultiva en este país desde hace aproximadamente siete mil años y antes de la llegada de los españoles era fundamental en la dieta de los pobladores; hoy en día es distintivo de la comunidad de Tulyehualco, por lo que en el año 2016 fue declarado Patrimonio Cultural Intangible de la Ciudad de México.

A partir del amaranto los pobladores de Tulyehualco, como Enrique Cortés, elaboran, atole, agua fresca, galletas, pan, repostería, cerveza y una infinidad de platillos.

“Por ahora, el amaranto sólo se comercializa de manera local, sin embargo falta darle ese plus que se merece… Queremos llevarlo a la canasta básica, queremos que sea reconocido por al Ley de Desarrollo Rural Sustentable como el doceavo grano estratégico, para que podamos tener la certeza de que sembrar amaranto pueda ser rentable y pueda ser una cuestión de alternativa de salud para nuestra ciudad o incluso para el país y el mundo”, sostuvo.

Conservar nuestras raíces

Enrique busca que el amaranto que produce todos los días en Jappi sea el de mejor calidad a nivel nacional y es por ello que en el proceso todavía utilizan las técnicas que les heredaron sus antepasados.

El proceso no es nada fácil, comenta, sin embargo hacen todo lo posible por conservar la técnica…

“En el mes de mayo se forman los almácigos, que consiste en una herramienta que favorece la germinación de semillas en un lugar protegido y controlado; para este proceso utiliza el lodo que se extrae de la zona lacustre del lugar. La segunda fase, que ocurre en el mes de junio se llama trasplante y es cuando las plantas se trasladan ya con un crecimiento considerable al cerro del Tehutl. Previo al sembrado, se coloca el arado a los caballos y van abriendo surcos y removiendo la tierra del suelo para que quede apta para esta actividad. Posteriormente, se le coloca más tierra, se le pone abono para su buen desarrollo y finalmente se va cuidando y deshierbando”, mencionó.

Actualmente Enrique Cortés Molotla da trabajo a más de 50 personas, y busca que con el reconocimiento del amaranto y el apoyo de las autoridades competentes Jappi se vuelva una fuente de empleo para más mexicanos.