Una de las muchas cosas que nos caracterizan como mexicanos es nuestro excesivo consumo de chile. Ya sea “del que pica” o “del que no pica”, nunca puede faltar en nuestros platillos o botanas.
Dentro de las cocinas jaliscienses es común encontrar el sabor de este delicioso producto. En una entrevista para Notimex, Maru Toledo, autora del libro Pica y sabe, ¡Lástima que se acabe!, indicó que en Jalisco se utilizan diferentes tipos de chile para preparar los platillos típicos regionales.
La alimentación de un jalisciense se basa en el consumo de una gran cantidad de este picante, desde los frescos como el jalapeño, poblano, serrano y pimiento morrón; hasta los secos, como mirasol, colorado, pasilla y guajillo.
Foto: Notimex
Actualmente, el Chile de Yahualica se convirtió en el segundo producto de este estado en recibir su Denominación de Origen (DO), después del tequila. Es muy común encontrar este tipo bravo seco en los platillos jalicienses por su perfecta armonía de sabor y picor.
Sabemos que existe un gran diferencia entre los sabores de las salsas que son hechas en molcajete o metate, a las que se hacen en licuadora; pues la esencia de las salsas hechas en molcajete obliga que las semillas de los chiles suelten su aceite, y la licuadora simplemente tritura, no exprime.
Dato curioso. El chile no es glorificado sólamente por su sabor, sino también por sus propiedades; de hecho, para que un hueso se encuentre bien calcificado, una persona debe consumir alcaloide, sustancia que se encuentra en la semilla de los chiles y que hace fijar el calcio a los huesos.