Por Pilar Silva Garduño
De acuerdo con la Secretaría de Gobernación (Segob), en los últimos 200 años, en México han ocurrido 75 sismos relevantes por los daños o pérdidas que generaron; de estos, 60 tuvieron magnitud mayor o igual a siete grados en la escala de Richter, y todos llegaron sin que nadie pudiera prepararse.
El sismo de 1985, por ejemplo, dejó a su paso destrucción y desolación, aunque también despertó la unidad y conciencia de los capitalinos y mexicanos en general. Mientras que el devastador sismo del 7 de septiembre del año en curso ha ocasionado la muerte de decenas de personas en los estados de Chiapas y Oaxaca, así como cientos de inmuebles dañados y miles de personas damnificadas.
Los años han pasado y, en la actualidad, el Sistema de Alerta Sísmica (SAS) emite avisos en el Valle de México cuando una serie de estaciones sensoras, localizadas a lo largo de la costa de Guerrero, confirman la ocurrencia de un fenómeno de gran magnitud en esa zona.
La utilidad del SAS radica en el principio según el cual la velocidad de propagación de las ondas de radio (por medio de las cuales se transmite la alerta) es mayor a la velocidad de propagación de las ondas sísmicas.
El Servicio Sismológico Nacional (SSN) refiere que el aviso anticipado del inicio del sismo a su arribo al Valle de México y Toluca es de aproximadamente 60 segundos, tiempo suficiente para llevar a cabo medidas que reduzcan la posibilidad de que se genere un desastre considerable.
Así, hoy contamos con un tiempo limitado para actuar, con el que es posible salvar vidas, aunque todavía no existe una tecnología capaz de saber con anticipación cuándo ocurrirá un temblor, dónde, ni su magnitud.
El Sismológico asegura que hasta hoy no existe una técnica que permita predecir los sismos; países como Estados Unidos y Japón, cuya tecnología es muy avanzada, no han sido capaces de desarrollar un método predictivo, y dado que vivimos en un país con gran actividad sísmica, la única certeza que tenemos es que tiembla constantemente y debemos estar preparados.
Frente a esta inevitable situación, las autoridades aseguran que lo único que nos puede ayudar es la prevención y en ese sentido la Secretaría de Gobernación destaca que antes de un temblor es necesario prepararse, tener un plan familiar de protección civil; organizar y participar en simulacros de evacuación; identificar las zonas de seguridad; revisar las instalaciones de gas y luz; y almacenar alimentos no perecederos y agua.
Durante el fenómeno, la dependencia recomienda actuar, alejarse de las ventanas y objetos que puedan caer; conservar la calma y ubicarse en la zona de seguridad; cortar el suministro de gas y electricidad; alejarse de postes, cables y marquesinas y estacionarse lejos de edificios altos.
Después, es importante revisar, examinar las condiciones de los hogares; no encender cerillos ni velas, hasta estar seguros que no hay fugas de gas; utilizar el teléfono sólo para emergencias; mantenerse informado; no propagar rumores y atender las recomendaciones de las autoridades; así como recordar que pueden presentarse réplicas, por lo que es necesario estar alerta.
Sobre los rumores de un sismo de gran magnitud, la Secretaría de Gobernación solicita no hacer caso, no asustarse, analizar los datos y consultar a expertos e instituciones; utilizar las redes sociales con responsabilidad; atender únicamente la información proveniente de fuentes oficiales, ya que está basada en evidencias científicas; y practicar medidas de prevención y autoprotección.
En este sentido, el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) exhorta a la población a elaborar un Plan Familiar de Protección Civil. Destaca que los riesgos provocados por fenómenos naturales o por el hombre se pueden evitar si cada uno adopta medidas y actitudes preventivas, pues la protección civil es tarea de todos.
Subraya que la elaboración del plan es muy sencilla y útil; para realizarlo de manera adecuada, es necesario:
- Hacerlo con anticipación y practicarlo, al menos, tres veces por año.
- Tomar en cuenta la opinión de toda la familia y contemplar la participación de niños, personas con capacidades diferentes y adultos mayores.
Por su parte, la Coordinación Nacional de Protección Civil de Gobernación insiste en tener a la mano una mochila de emergencia, que contenga documentos importantes; directorio de familiares, escuelas, servicios de emergencia y protección civil; víveres enlatados y agua embotellada para dos días; un botiquín; herramientas para reparaciones de emergencia; así como un radio y una linterna con pilas.
Asimismo, resalta que la seguridad empieza en casa y sugiere seguir cuatro pasos sencillos:
- detectar riesgos y zonas de seguridad, tanto dentro como fuera de casa,
- revisar mobiliario e instalaciones; en un croquis, trazar las posibles rutas de evacuación,
- señalar los riesgos detectados y cómo reducirlos.
También, prepararse para tomar la mejor decisión, lo que ayudará a saber actuar ante la presencia de fenómenos perturbadores; realizar simulacros al menos tres veces al año y, de acuerdo con las experiencias, actualizar y mejorar el plan.
La prevención y mantenerse informado son herramientas indispensables para estar a salvo. No hay que olvidar que en las emergencias sobreviven los más preparados, no los más fuertes.