Por Juan Carlos Castellanos C.
Fores, Brayan y Paco Huasteco integran actualmente la Orquesta Basura junto con su fundador y estratega Yayo. Como agrupación, nacieron bajo la premisa de hacer y transmitir su creatividad, por medio de la música, a través de la construcción y ejecución de lo que ellos mismos denominan “instrumentos informales”.
Yayo, quien vio la luz primera el 2 de junio de 1990 en el sanatorio Santa Bárbara, “muy cerca del mercado de la muy fina y bonita colonia San Felipe de Jesús, en zona norte de la Ciudad de México”, explicó que se trata de una alternativa que idearon de adolescentes ante la falta de dinero para comprar instrumentos musicales convencionales.
“Pertenecemos a familias de la clase media baja y, consecuentemente, de escasos recursos económicos”, añadió el músico mexicano, quien junto con el resto de la orquesta formada hace casi nueve años ha creado diversos instrumentos con tubos de PVC, latas, cubetas, botellas de vidrio, cartón, pedazos de instrumentos musicales de marca y juguetes viejos.
La intención, dijo, no es sustituir a los instrumentos convencionales, aunque se basan en el diseño y composición de algunos de ellos. Por ejemplo, han adaptado despojos como brazos de guitarras y bajos a la innovación de una novedosa dotación instrumental para la Orquesta Basura. Sus conocimientos son empíricos, aunque tienen una base académica.
“Hemos aprendido lo más importante en materia de física e ingeniería aplicada al sonido y a los instrumentos musicales a partir de una intensa labor de investigación, observación y estudio. Además, somos grandes admiradores del grupo argentino Les Luthiers, quien está a punto de cumplir 50 años produciendo música con instrumentos hechos en casa”.
Yayo presumió una enorme tuba realizada por la Orquesta Basura. Fores aprendió todos los principios que hacen posible el singular sonido de la tuba convencional y replicó uno aún más hermoso al fabricar una de cartón. “Tardó casi dos años y medio en construirla, aunque guitarras y bajos que hemos manufacturado han requerido menos tiempo”, señaló.
El entrevistado mencionó que la orquesta se define, al mismo tiempo, como un laboratorio de laudería urbana que ha desarrollado cordófonos, aerófonos, membranófonos e incluso ideófonos. La finalidad es lograr el sonido deseado, como el manguerete, un clarinete de manguera, con una octava en re. “Si eso nos alcanza para nuestro mensaje, qué bueno”.
La Orquesta Basura no es tan quisquillosa con la afinación, porque está consciente de que los materiales con los que están construidos sus instrumentos no son precisamente los que se utilizan en la elaboración de los que se pueden encontrar en tiendas y aparadores de la calle de Mesones en el Centro Histórico, o en el tianguis para músicos en Taxqueña, dijo.
Así, descontextualizan objetos de uso cotidiano como cacerolas y sartenes que sus mamás utilizaban ayer y hoy integran sus creaciones sonoras. La marimbotella de Paco Huasteco, ejemplificó, un instrumento que evoca a la marimba pero hecha con botellas de tamaño grueso y dimensiones diferentes, sin agua como el botellófono, suena bastante bonito.
Que los instrumentos que Fores, Brayan, Paco Huasteco y Yayo tienen, para los puristas de la música, variantes naturales en su sonido, el cual puede no ser afinado rigurosamente pero eso, a decir de Yayo, no es impedimento para realizar la música que la banda busca. “No pretendemos ser virtuosos, sino crear un sonido diferente con instrumentos propios”.
Su peveoloche, un contrabajo de PVC, tubo redondo para el cual han desarrollado una técnica especial para ejecutarlo. “No puede tener la técnica de ejecución que se aplica a un contrabajo normal, porque es más corto. Ni la del chelo, porque es más largo. De tal modo que es un híbrido al que le creamos una metodología especial para tocarlo”.
La Orquesta Basura tiene como músicos compositores a Fores y a Yayo, y los cuatro hacen los arreglos, es decir, no sólo diseñan y construyen con qué van a tocar, sino qué van a interpretar. En diciembre próximo cumplirán nueve años como agrupación seria y dedicada totalmente a la música y, en ese lapso, han grabado tres discos, destacó el líder.
De acuerdo con la filosofía de la orquesta, su música es variopinta, pues esta cuarteta lo mismo compone y toca un son o música tradicional mexicana, que un danzón, un rock, un ska, una cumbia o el género compuesto por ellos mismos, el jazzura, que no es otra cosa que una amalgama de jazz y basura sonora que ya ha logrado generar una legión de fans.
Con más de 40 instrumentos elaborados con basura y artículos que ya no se usan en su primer reducto, la casa de cada uno de ellos, o en el segundo, la calle, o en el tercero y último, el tianguis de chácharas de la San Felipe de Jesús, la Orquesta Basura ha tenido donaciones de vecinos y gente que sabe de ella, desde una botella hasta un piano real ya viejo.
La Orquesta Basura mira hacia un objetivo claro: Convertirse más que en una agrupación musical, en una empresa cultural con talleres de laudería. Mientras, ofrecen conciertos y cuenta con su propio Festival Internacional Residuo, del que ya alistan su tercera edición. Es un encuentro donde músicos de varios países hacen música con basura, la cual, en realidad, es una joya.