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Callejón del Diamante, una leyenda de Xalapa #AyNanita

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Xalapa es la capital cultural del estado de Veracruz, su nombre proviene del náhuatl Xallapan que quiere decir “manantial en la arena”. Esta ciudad brinda espacios para la promoción y difusión cultural. Es la cuna de la vanguardia estridentista. Y por supuesto, un lugar con muchas historias que contar, como la leyenda del Callejón del Diamante.

Ésta, es de las más populares de la región. Su escenario es una estrecha calle en el centro de Xalapa. Va desde la avenida Enríquez hasta la avenida Juárez. En la actualidad su nombre es primera de Antonio María de Rivera. Y es un callejón turístico con negocios como cafeterías y restaurantes.

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La leyenda

La versión más contada cuenta la historia de un matrimonio que vivía en una de las casonas del callejón. La esposa era una joven criolla hermosa de larga cabellera y ojos color esmeralda. El esposo era un español tan atractivo como su pareja.

Cuando esta pareja se comprometió, el caballero español le regaló a su mujer un brillante anillo de diamante negro. La joya era una rareza y contrastaba con la blanca piel de la mujer. De acuerdo a las supersticiones de la época, este tipo de piedras tenían la virtud de acrecentar el amor durante el matrimonio. Y hacer evidente la infidelidad por parte de la esposa.

Cuando la joven criolla recibió la joya, le declaró a su prometido que nunca se separaría de ella. Sin embargo, esta promesa no pudo cumplirse. Una vez que estuvieron casados, el marido tuvo que salir de viaje y ella decidió acompañar su soledad con un amigo de su marido.

callejón del diamante

El callejón del diamante

La dama, sin darse cuenta, dejó la joya en buró de la casa del otro hombre. Cuando el marido regresó a Xalapa sintió la necesidad de visitar a su amigo. Cuando entró a la casa de su amigo estaba durmiendo una siesta, y cuando entró a la alcoba, vio el anillo de su esposa en el mueble.

Ante su sorpresa, tomó la joya sin hacer escándalos y salió con rumbo a su casa. Una vez ahí, su bella esposa bajó a recibirlo, el español tomó la mano de su esposa simulando que iba a besarla. Al hacer esto, corroboró que la joya no estaba.

Cegado por la ira, sacó su daga con empuñadura de oro e incrustaciones de rubíes, y la clavó en el pecho de su hermosa esposa.

El cuerpo de la joven criolla quedó tendido y su marido le arrojó encima la joya, para luego desaparecer para siempre. El cadáver fue objeto del morbo popular y en los alrededores solía escucharse la frase: “¡vamos a ver el cadáver del diamante!” Que, con el tiempo, se transformó en “¡vamos al Callejón del Diamante!”. #AyNanita

FOTO PRINCIPAL: DIARIO DE XALAPA