En las faldas del volcán Iztaccíhuatl, en Nahualac, hay un estanque que servía de tetzacualco, es decir, como adoratorio. Pero lo más llamativo de él es que consigue un efecto óptico y pareciera un modelo miniatura del universo. Y se dice que aquí se pudo representar la creación del mundo en la época prehispánica.
Este lugar se encuentra en el municipio de Amecameca, en el Estado de México y está a 3 mil 870 metros sobre el nivel del mar.
Descubriendo Nahualac
Este lugar lo descubrieron durante un proyecto arqueológico, después de recibir una denuncia de destrucción. Entonces, se realizaron excavaciones con las que lograron recuperar fragmentos cerámicos, restos orgánicos, entre otros objetos del lugar.
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Nahualac tiene dos áreas; la principal es el estanque en el que se construyó un templo rectangular de piedras apiladas. Éste se construyó en la época prehispánica.
Por otro lado, al sureste de la estructura brotan manantiales sobre un valle, donde encontraron piezas asociadas a Tláloc. De acuerdo con las teorías de investigadores del INAH no sólo se adoraba al dios de la lluvia, sino también a otras deidades del agua y la tierra.
Un mini universo en el estanque
También se cree que existió un control ritual del agua de los manantiales cercanos. De esta manera, se irrigaba el estanque para generar un efecto visual. Así, la estructura y las piedras parecía como si flotaran sobre el espejo de agua. Por esta razón, una teoría considera que Nahualac pudo representar un microcosmos y cómo se formó el mundo.
Además, el estanque refleja el paisaje de una manera única. Por lo que los investigadores consideran que pudiera relacionarse con los significados rituales del espejo y el quincunce mesoamericano. Esto último se refiere a la representación de los cuatro rumbos del universo.
Y es que las culturas mesoamericanas compartían la intención de rodear los elementos arquitectónicos rituales con agua. De hecho, según las investigaciones, tal elemento también se ve en Tenochtitlán, en la Ciudadela o en Teotihuacán
Fotos: INAH