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27 de julio: Día Internacional del Perro Callejero

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Vas caminando y encuentras un perro echado en la esquina, dos perros tomando agua de un charco, una perrita con una panza que parece que va a reventar, un pequeño cachorro con su pelaje sucio y revuelto, un hombre que lo patea… Esta es la triste realidad de muchos de los perros en nuestro país. Según las estadísticas, de los más de 23 millones de perros que hay en México, gran parte de ellos está en situación de calle. ¿Las razones? Abandono y falta de esterilización, principalmente.

Tanto perro en la calle genera otros problemas fuertes, por ejemplo, afecta las condiciones de salud ya que las heces contaminan el ambiente originando infecciones y transmitiendo parásitos. A su vez, los animales pueden contraer enfermedades como la rabia, poniendo en peligro la vida de las personas. Una de las opciones para “controlar esta población” son los antirrábicos, donde no siempre tienen las mejores condiciones de cuidado, pueden llegar a maltratarlos o sacrificarlos cruelmente.

¿Entonces? Los refugios para animales son otra solución, sin embargo, muchas veces no tienen el espacio ni el apoyo suficiente para la gran cantidad de animales que recogen, pues estos lugares subsisten por donaciones y voluntariado. Y aunque promueven la adopción, estas organizaciones tratan de asegurarse que los solicitantes sean personas responsables y que las condiciones de su hogar sean adecuadas, haciendo lento el proceso. Por eso requieren de nuestro apoyo y difusión.

Otros intentos por reducir la población de perritos en las calles, son las diferentes campañas de esterilización. Hay pocos refugios A. C en la Ciudad de México, pero algunos de estos centros ofrecen cirugías de esterilización o cualquier servicio veterinario casi gratuitos. También existen rescatistas o protectores independientes, quienes por medios propios recogen y cuidan a los perros y gatos en condición de calle o les buscan un bello hogar.

El día Internacional del Perro Callejero es un buen momento para ser conscientes, sensibilizarnos y tomar acción, desde hablar con ese vecino que no cuida bien a su perro, apoyar (en la medida de nuestras posibilidades) a los refugios hasta adoptar y cuidar a un animal de compañía. Créeme que su alegría y agradecimiento es tal que recuperan totalmente su confianza en los humanos. Y es que la idea no es que sólo los perros sean nuestros mejores amigos, sino que también nosotros seamos los suyos.