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Laposse, la dulzura de ser un empresario multifacético

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Por Mariángel Calderón

El aroma del pan recién horneado y la crema pastelera fueron parte de la infancia de Alberto Laposse, descendiente de inmigrantes italianos que revolucionaron la pastelería mexicana desde poco antes de 1900.

La pastelería Parisiense, hoy mejor conocida como El Globo, fue uno de los primeros establecimientos mexicanos reconocidos en el ámbito de la pastelería, el abuelo y el padre de Alberto centraron sus esfuerzos en ver crecer el negocio y lo lograron.

La entonces Pastelería Parisiense llegó a tierras aztecas en 1899; sin embargo, sus puertas fueron cerradas con el paso de la Revolución Mexicana, para abrirlas de nueva cuenta en 1923.

Alberto y sus hermanos pasaban las vacaciones de verano entre la harina y el horno, por lo que pasados los años llegaron a conocer el negocio y con el tiempo y tras la muerte de su padre, a los 24 años comenzó a hacerse cargo de la pastelería logrando el crecimiento de la misma.

Con estudios en arquitectura, Laposse buscó especialización en materia de repostería y las tierras parisinas fueron su escuela; así, con un mayor conocimiento de los procesos del pan tanto él y sus hermanos vieron expandir el negocio, siendo El Globo, una de las cadenas de mayor reconocimiento en el país.

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Así, llegaron los años 90 del siglo XX y un estudio de mercado que señaló a Miami, en Estados Unidos, como un lugar propicio para la expansión de la pastelería y Laposse, confiado en que los estudios de mercado no mienten, invirtió en aquel lugar con tres tiendas y una fábrica de pan para con el tiempo darse cuenta de que los que viven en Miami o siempre están a dieta o haciendo ejercicio.

En el marco de su exposición en la iniciativa FuckUp Nights, en donde se considera al fracaso como una herramienta de crecimiento, resaltó que no siempre es bueno confiar en los estudios de mercado, sino que se deben considerar otros factores y conocer a profundidad tanto el lugar en el que se quiere emprender así como de los hábitos de quienes viven ahí.

Así, llegó el error de diciembre y Laposse y su familia vieron minar sus ganancias con un negocio en el que habían apostado muchas de sus canicas, y aún cuando conocían la entonces lastimada economía mexicana decidieron seguir invirtiendo, lo que con el tiempo derivó en grandes pérdidas y la colocación de 40 por ciento de las acciones de El Globo en el mercado accionario mexicano.

Habían puesto en riesgo un negocio erigido con un centenar de años de trabajo por no considerar determinadas variables y poco después, la familia decidió vender la pastelería, primero a Grupo Carso, quien posteriormente la puso en manos de Grupo Bimbo

Laposse tiene poco más de 50 años y las canas en su cabeza no dejan de generar ideas, en entrevista, el hoy hotelero y restaurantero que centra sus actividades en la colonial San Miguel de Allende, en Guanajuato, refirió que lo que se debe hacer es seguir tocando puertas e innovar.

Después de la tormenta llega la calma

Tras aquella historia de El Globo, hoy cuenta con dos exclusivos hoteles en esa ciudad colonial, Dos Casas, y Los Olivos, así como tres restaurantes de alta cocina y Companio, una pastelería que refrenda su amor por el dulce aroma del pan recién horneado, lo que demuestra que cuando se tiene sangre de empresario en las venas es imposible parar.

En ese sentido, explicó que es necesario que quienes buscan emprender un negocio consideren la diversificación del mismo con empresas relacionadas entre sí, en el caso de Laposse desarrolla sus actividades en el sector restaurantero, hotelero y gastronómico, que en su opinión están muy ligados, lo que favorece el fortalecimiento de los mismos.

El actual propietario del grupo restaurantero y hotelero Levin & Co. puntualizó que ahora centra sus esfuerzos en llegar a Querétaro y ya diseñan un plan estratégico para expandir sus operaciones a la República Mexicana.

Abundó que en México, el sector gastronómico está viviendo un momento importante, ello, debido al resalte de las tradiciones del país y una enorme variedad de insumos nacionales para enaltecer a la cocina mexicana.

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Laposse explicó que es necesario fortalecer la economía nacional mediante el consumo de productos locales y tanto en sus restaurantes, como en sus hoteles, la mayor parte de los insumos, productos y diseño, provienen de manos mexicanas.

Añadió que a México se viaja por la comida, por los atractivos turísticos y por la variedad de lugares para hospedarse, y aún cuando muchos turistas aún prefieren las grandes cadenas hoteleras, otros tantos comienzan a mirar con interés los pequeños hoteles, lugares más exclusivos y con un trato más personal, lo que representa para los nuevos hoteleros mexicanos una importante área de oportunidad.

Dos Casas Hotel es una muestra de ello

Con pocas pero muy cómodas habitaciones ofrece a los visitantes un lugar de resguardo, tranquilidad y exclusividad a quienes se quedan en lo que antes eran antiguas casas coloniales.

Además, ofrece especialidades de alta cocina elaboradas por el chef Mateo Salas.

En ese sentido, Laposse reconoció la importancia de alianzas entre pequeños hoteleros mexicanos, como herramienta de crecimiento para un sector incipiente, pero que en su opinión viene con fuerza.

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“Hay quienes buscan algo más personal y la hotelería pequeña tiene ese plus, un servicio más personal, detalles en todas partes, es necesario mantener la originalidad y mexicanidad de los nuevos empresarios, con estándares de calidad altos”, puntualizó.

Dónde: Quebrada 101, Centro, Zona Centro, 37700 San Miguel de Allende, Gto.